junio 16, 2012

Pico y Placa, ¿Solución o problema de la movilidad?


Desde hace mucho tiempo se viene discutiendo sobre la conveniencia de las restricciones vehiculares como el Pico y Placa como medida para el mejoramiento de la movilidad de las ciudades. Desde su implementación en Bogotá en el año 1998, la medida ha venido sufriendo diversos cambios en busca de una mayor efectividad, aunque los resultados no han sido los esperados: cada vez es mayor la congestión, los comerciantes argumentan sufrir grandes perdidas económicas por la medida, los propietarios de vehículos se ven obligados a no usar todo el potencial de un bien adquirido (más aún si se tiene en cuenta que el automóvil es la segunda inversión más importante del hogar después de la vivienda) y muchas personas del común y expertos argumentan que la medida es la culpable del rápido crecimiento del parque automotor. Es así como surge la gran pregunta: ¿es el Pico  y Placa una verdadera opción para mejorar la movilidad o es al mediano plazo una de las causas de la congestión?

Partamos entonces del concepto inicial de la medida. La falta de infraestructura suficiente que responda a un rápido crecimiento de la demanda lleva a una situación donde los recursos disponibles se ven desbordados ampliamente, generando la necesidad de mitigar sus impactos negativos (congestión principalmente); de esta manera surge la restricción como respuesta inmediata ante un problema grave y complejo, que en su etapa inicial presenta un efecto positivo considerable ya que saca de circulación una gran cantidad de vehículos de la noche a la mañana (aproximadamente el 40% para el caso de Bogotá). Sin embargo esta estrategia al largo plazo no es viable ya que por el crecimiento natural del parque automotor y de las tasas de movilidad, en un espacio de tiempo no muy largo, la infraestructura volverá a colapsar. Y es que medidas como el Pico y Placa son semejantes a la apertura de grandes proyectos de infraestructura: se incrementa de un momento a otro la oferta, solo que de forma inversa (reduciendo la demanda). Lo anterior es importante ya que nos permite entender que la inversión en grandes cantidades de recursos (espacio, económicos, etc.) en nuevas vías tendría el mismo efecto reversivo que restricciones como el Pico y Placa con el pasar del tiempo.

Ahora, NO es cierto del todo, ni siquiera de forma importante, que el Pico y Placa sea el factor por el cual ha crecido de forma considerable el parque automotor. Bogotá, al igual que el país en general, viene presentando un crecimiento económico continuo, más si se considera que es la ciudad donde se genera el porcentaje más importante del Producto Interno Bruto Nacional. Colombia en la última década muestra un crecimiento promedio anual del PIB por habitante de cerca del 3% (ver Figura 1) y adicionalmente su clase media viene incrementándose cada vez más, producto de ese crecimiento. Por otro lado, está ampliamente demostrado y aceptado a nivel internacional que el crecimiento económico de un país está directamente ligado al incremento de su tasa de motorización (ver Figura 2) y a su tasa de movilidad, por lo cual era de esperarse que en Colombia, y más aún en Bogotá, se observara un gran crecimiento en la cantidad de autos en las vías. Al incrementarse el poder adquisitivo de las personas, la compra de un auto es una decisión natural y sus necesidades de viajes se incrementan, ya que a la persona le es posible realizar una mayor cantidad de actividades (compras, educación, actividades de esparcimiento, etc.). Es así como el Pico y Placa no ha conllevado a la compra de un segundo o tercer carro para evadir la medida, salvo algunos casos que se concentran dentro de la población de mayores ingresos (Estratos 5 y 6) que representan un porcentaje pequeño de la población.


Figura 1 Variación porcentual del producto interno bruto por habitante
Fuente: Banco de la República (2012)


Figura 2 Tasas de motorización vs. Incremento en los ingresos
Fuente: Banco Mundial (2002)

Pero entonces muchos dirán: si la medida no surte efecto ya, ¿por qué no la desmontan? La respuesta es directa: NO ES POSIBLE EN ESTE MOMENTO. La gran cantidad de vehículos y las vías existentes no son suficientes, por lo cual desmontar la restricción agrava aún más la situación. Si desde sus inicios se hubieran implementado de forma paralela importantes proyectos de infraestructura, mejoramiento del transporte público, fomento de modos alternos (como la bicicleta), entre otras medidas para generar una movilidad sostenible, tal vez podríamos eliminar del todo la restricción, pero como no fue así, debemos seguir sufriendo tanto las congestiones, como la molestia que nos genera el que nos restrinjan el uso del auto.
En estos días el señor Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, al igual que sus antecesores y los actuales alcaldes de otras ciudades del país, siguen presentando modificaciones a la medida de Pico y Placa, algunas con cierta lógica, otras que rayan en lo ridículo y populista, buscando alternativas de solución a la movilidad y que sean de aceptación de la ciudadanía, obvio para mantener aprobación de sus gobernados. Dicen gastar meses de estudios para proponer esas modificaciones, a lo cual debo manifestar mi completo rechazo; es hora de dejar de lado la revisión de medidas poco efectivas como el Pico y Placa y concentrar ese tiempo y recursos en proponer verdaderos proyectos que resuelvan los problemas estructurales y que nos lleven a tener la movilidad que todos deseamos. Si todo el tiempo que han dedicado a modificar esta restricción lo hubieran dedicado a promover proyectos de transporte público – como el SITP – y de gestión efectiva de la demanda de automóviles – como las autopistas urbanas con peaje –  tal vez hoy no estaríamos al borde de un colapso nervioso cuando nos movemos por la ciudad.

¿Qué queda entonces? Varias cosas: lo primero, esperar que nuestros gobernantes asuman el problema de la movilidad con la prioridad y seriedad técnica que se merece y dejen de usarla como comodín político para buscar aprobación. Lo segundo es que los ciudadanos entendamos que nuestras decisiones particulares para movernos tienen un efecto colateral sobre los demás miembros de la sociedad, por lo cual nuestra decisión debe ser solidaria y que propenda por el beneficio general. La autorregulación y el uso racional del automóvil, son los primeros pasos para una mejor movilidad.

Finalmente les dejo esta caricatura, para que nos miremos en un espejo y reflexionemos. EL IDEAL ES MOVER PERSONAS, NO VEHÍCULOS.



Sebastian Velásquez Gallón – M.Sc. Ingeniería de Transporte
@SebasVelasquezG

No hay comentarios: